En la tarde del 1 de diciembre, más de setenta alumnos del Conservatorio Profesional de Música de Oviedo actuaron en el Auditorio Príncipe de Felipe. Dirigidos por Yolanda Galindo, los integrantes de la Orquesta Junior y de la Orquesta Sinfónica deleitaron al público con un repertorio que incluyó notas navideñas, como la Pizzicato Polka y el Perpetuum Mobile de J. Strauss o Navidades Blancas de I. Berlin. El Intermezzo Sinfónico de Cavaleria Rusticana, de P. Mascagni, sirvió para romper el hielo y hacer entrar en materia a los jóvenes músicos, que entre bambalinas se mostraban inquietos, emocionados y contentos a partes iguales.
En los camerinos, un grupo de alumnas de la Orquesta Sinfónica comentaba cómo la experiencia de tocar en orquesta contribuye a que las relaciones entre los alumnos se estrechen. En palabras de Paula Valdés, estudiante de 5º de flauta travesera, y Carmen Émbil, de 6º de violonchelo: “lo que más nos gusta de la orquesta es la piña que hacemos los compañeros”. María Fernández Rodríguez, de 6º de Trompa, añadía: “todos los componentes de la orquesta queremos sobre manera al trompetista, Paulino. Siempre pasamos buenos momentos con él”.
Ignacio de Barutell –Nacho para los amigos-, de 5º de clarinete, valoraba especialmente la salida al Auditorio “porque nos permite tocar en sitios de más categoría, menos académicos”. Coincidía con él Malena Celorio, de 6º de violín: “ya que nos estamos preparando para ser músicos en el futuro, tocar en escenarios distintos al del conservatorio, más grandes, donde actúan las orquestas profesionales, nos anima y motiva”. Para Sara Ortega, de 6º de violonchelo, “está bien salir de la zona de confort y vivir una experiencia así compartiendo con nuestras amistades este momento musical tan especial. Además a los conciertos del Auditorio siempre acude más público”. Otra violonchelista más joven, Olaya Cortina, de 4º curso, reconocía que “a veces es un poco aburrido no tener un papel melódico, pero aún así es una buena experiencia tocar con la orquesta. Con catorce años, ya ha actuado en el auditorio Príncipe Felipe en dos ocasiones”.
Lidia Lavilla, de 6º de flauta, valoraba la variedad del repertorio y la posibilidad de interpretar también piezas que no son clásicas. Sara Canteli ,violonchelista en 6º curso, afirmaba: “resulta muy emocionante cuando tocamos alguna de las obras que nos gusta especialmente y logramos hacerlo todos juntos como si fuésemos un solo instrumento. Nos encanta A concert celebration, tocarla o escucharla me da ganas de bailar”. Laura Novelli, violinista de 6º curso, lo expresaba de este modo: “cuando lo que tocamos sale bien, me siento muy bien notando que mi trabajo ha servido de algo y que lo que toco está en armonía con el resto”. Julia García Prieto, de 5º de violín, lo resumía así: “lo pasamos bien tocando”. Al preguntarles por las obras que les gustaría tocar en público como integrantes de una orquesta, Malena mencionaba Las cuatro estaciones, de A. Vivaldi, Sara Canteli se quedaba con la banda sonora de La misión, de E. Morricone y Carmen Émbil con la Novena de Beethoven.
Javier Larrea, de 5º de violín, nos contaba: “aunque he estado en el auditorio en otras ocasiones escuchando conciertos como público, esta es la primera vez que vengo a tocar y es una experiencia nueva, que intimida un poco, porque en otras ocasiones he actuado en el conservatorio, donde ensayamos todos los días”. Laura Álvarez Cao, de 5º de Contrabajo, lo corroboraba: “los conciertos en el conservatorio son como un ensayo más” . Laura quiso subrayar el valor de la asignatura de Orquesta: “algo que sólo la orquesta aporta es la posibilidad de escuchar al resto de instrumentos. En las otras asignaturas, salvo en Música de Cámara, no tenemos esta opción”.
Unos instantes antes de entrar a escena, tres de los integrantes de la Orquesta Sinfónica seguían la primera parte del concierto a través de la pantalla del proscenio: Julia Melina Ogas, de 6º de viola, Santi Segovia, alumno de 5º de fagot y Mateo Tuñón Granda. Este último, actualmente en 6º curso de violín, desempeñaba en esta ocasión el papel de concertino, y describía en estos términos su experiencia: “los ensayos este año los estoy disfrutando mucho. Es la primera vez que soy el concertino, pero aún así, ahora mismo no me siento muy nervioso. Aunque suelo ponerme nervioso cuando toco solo, en orquesta me siento más arropado. Para Julia Ogas “tocar en la orquesta es una experiencia que te da muy buenos momentos, te ríes un montón. Además adquieres destrezas concretas, por ejemplo, aprender a poner arcos en común o seleccionar cuáles son más adecuados según lo que se quiera obtener”. Santirecuerda su primera vez con la orquesta: ”la primera vez que actúe fue interpretando Peer Gynt, donde tenía que interpretar un solo. Eso me hizo sentir el efecto de la adrenalina, pero al final todo salió bien. Estos momentos merecen la pena.”
Las palabras de dos jóvenes intérpretes de viento cierran estas crónicas: Luciana Vallejo Giraldo, de 4º de fagot, y Jimena Suárez Martín, de 3º de trombón, recomiendan sin duda alguna tocar un instrumento musical. En palabras de Luciana “tocar hoy ha sido muy entretenido, lo hemos pasado muy bien, y la experiencia es maravillosa, se la recomendaría a todos los que no tocan un instrumento”; “sí –añadía Jimena- porque tocar un instrumento te hace más inteligente, te desarrolla el cerebro, y además de aprender mucho, tocando lo pasamos muy bien”. Precisamente el pasarlo bien fue una de las cualidades más valoradas por los estudiantes sobre la experiencia orquestal. Junto a ello, la sensación del trabajo compartido, la posibilidad de convivir con sus compañeros y la emoción de tocar en el entorno del Auditorio son algunas de las virtudes que los jóvenes instrumentistas afirman vivir como integrantes de las agrupaciones del conservatorio. Minutos después de cerrar estas líneas, lo celebraron interpretando, como broche del concierto, A Concert Celebration, de A. Ll. Webber.