Juan Ignacio Rodríguez realizó sus
estudios profesionales de Tuba en el Conservatorio Profesional de Música de
Oviedo. Después se tituló en el Conservatorio Superior de Música de Oviedo bajo
la tutela de Alfonso Mollá. Becado por la Obra Social y Cultural de Cajastur, se
trasladó a Suiza para estudiar en la Haute Ecole de Musique de Lausanne con el
profesor Sthèpane Labeyrie. Formó parte de la Joven Banda de Música Vetusta, la
Joven Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y “The World Orchestra” of
Jeunesses Musicales. En el ámbito profesional destacan sus colaboraciones con
la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Oviedo Filarmonía, Orquesta
Sinfónica de Gijón, Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, y Banda
Municipal de Música de Bilbao.
FICHA TÉCNICA
NOMBRE:
EDAD:
FORMACIÓN:
OCUPACIÓN ACTUAL:
|
P.- Hola Nacho, muchas
gracias por atendernos. Hace ya tiempo que dejaste el Conservatorio Profesional
de Oviedo, pero la tuba ha seguido acompañándote y actualmente has dejado de
ser alumno para ser el profesor. ¿Imaginabas cuando eras un adolescente que tu
destino profesional sería la enseñanza de la tuba?
R.-Como bien dices, actualmente me dedico a la enseñanza pero realmente
creo que uno nunca pierde la condición de alumno. La vida es un continuo
aprendizaje; aprendemos de los triunfos, de los fracasos, de las experiencias…
y, por supuesto, de nuestros alumnos. Nunca tuve un objetivo bien definido
acerca de mi futuro laboral y la enseñanza me llegó casi de sorpresa. Es cierto
que cuando uno es adolescente sueña con pertenecer a una gran orquesta y hacer
grandes giras, pero realmente lo que siempre he tenido claro es que la música
me acompañaría, de un modo u otro, el resto de mis días.
P.- De aquellos años en que
fui tu pianista acompañante, tengo el recuerdo de tus padres acudiendo a cada
uno de los conciertos que ofrecías como alumno. Diversos estudios subrayan el
papel del apoyo familiar para la consecución del éxito del músico futuro. ¿Crees
que esto es así? ¿Cuál ha sido la implicación de tus padres en las diferentes
etapas de tu educación?
R.- La enseñanza en los conservatorios tiende a priorizar la
formación del estudiante en el sentido estrictamente musical, desatendiendo en
muchos casos las necesidades del joven músico como persona. A mi juicio, el
éxito del futuro de todo músico va más allá de lo meramente musical. Entre
otras cosas, necesita cultivar habilidades sociales, afectivas y emocionales, y es aquí donde la familia desempeña
un papel fundamental en la consecución del éxito personal y profesional del
joven músico. No vengo de una familia de tradición musical, pero sí es verdad
que mis padres han sido pieza clave en mi formación. Han sabido generarme
confianza, me han ayudado a tomar conciencia de mí mismo, me han ayudado a
crecer de una manera autónoma y responsable y, sobre todo, me han animado y
apoyado en todo momento brindándome siempre su mejor sonrisa.
P.- Ahora que estás del otro
lado y eres profesor, ¿adviertes que el grado de implicación familiar
condiciona el rendimiento del alumno?
R.- Desde mi experiencia, creo que la implicación de la familia constituye
uno de los pilares fundamentales en la formación de los alumnos. No es
necesario tener conocimientos musicales para poder sentarse y planificar el
estudio con los más jóvenes, interesarse por sus audiciones o por participar de
forma activa en las actividades del conservatorio. La implicación de los padres
alimenta la motivación de los alumnos y ésta repercute directamente sobre su
rendimiento, reforzando su autoestima y su propia motivación. Hay que reconocer
que los estudios musicales son largos y en ocasiones duros, ya que se tienen
que compaginar con el colegio o el instituto. Por ello es importante que las
familias se impliquen en los progresos musicales de sus hijos, atiendan a sus
dificultades y no dejen de valorar el esfuerzo que supone el estudio de la
música.
P.- La tuba es un
instrumento minoritario, con unas capacidades expresivas y técnicas desconocidas
para la mayor parte de la gente e incluso para muchos músicos. Tú, que las
conoces bien, ¿qué bondades relatarías sobre tu instrumento? ¿qué
satisfacciones te ha reportado?
R.- Si en la calle, tras una cortina, nos pusiéramos a tocar con una tuba
un lied de Strauss, estoy seguro de que más de uno se llevaría una grata
sorpresa. Los tubistas hemos luchado durante mucho tiempo contra ciertos
clichés que cuestionaban las potencialidades de nuestro instrumento. Gracias al
rigor en el estudio, tanto técnico como musical, y siempre con mucho respeto, podemos
hoy en día abarcar un sinfín de repertorios y estilos musicales. Para mí, lo
más destacable de mi instrumento es su versatilidad y su cálido y aterciopelado
sonido. La tuba tiene una gran extensión de registro, lo que le permite desempeñar numerosos roles. Su lirismo, su agilidad, su potencia y su calidad sonora hacen
que la tuba sea protagonista en todo tipo de agrupaciones musicales. La tuba me
ha reportado satisfacciones varias: me ha permitido desarrollarme como músico y
persona, me ha permitido viajar, conocer gente… y hoy en día puedo dar gracias ya
que me aporta un sustento económico.
P.- Alguno podría decir que
es difícil encontrar salidas profesionales con la tuba argumentando que en cada orquesta
no suele haber más que una tuba en plantilla, un número ínfimo comparado con el de otros instrumentos. Sin embargo, el porcentaje de alumnos titulados en Tuba en
el Conservatorio Superior de Oviedo que ganáis plazas en orquestas y
conservatorios españoles y europeos es muy elevado. ¿A qué se debe esto?
R.- Es cierto que el panorama laboral no es muy prometedor a día de hoy. El
caso de los alumnos de tuba del Conservatorio Superior de Oviedo es muy
peculiar. Hay que destacar que el talento y el esfuerzo de cada compañero ha
sido canalizado de una forma magistral por Alfonso Mollá. Su pasión por los
alumnos y la música, su buen hacer y su gran capacidad de gestionar la clase, han
hecho del aula de tuba del Conservatorio Superior de Oviedo una gran familia.
Una familia que trabaja, convive y disfruta junta, donde cada logro individual
es un logro colectivo. En mi opinión, esa es la clave de su éxito.
P.- Retomando la pregunta
anterior, en cada orquesta sólo hay una tuba, pero los tubas no tenéis
necesidad de otros instrumentos para tocar en una agrupación, como habéis
demostrado en el Keep in Touch Tuba Project. ¿Puedes contarnos en qué consiste
este proyecto?
R.- Keep in Touch Project es un
lugar de encuentro, una manera de entender la música y la tuba, formado por un
grupo de profesionales y estudiantes que pretenden seguir y memorar el legado y
las enseñanzas que el gran maestro Mel Culbertson nos dejó. Alfonso Mollá está
a la cabeza del ensemble, que además de tubas cuenta con percusión y piano. Se aborda
un interesante repertorio variado en el que diferentes estilos se fusionan
creando sonoridades únicas.
P.- Nacho, terminaste tus
estudios superiores en el año 2011. Si no me equivoco, eres el último asturiano
que se ha titulado en este instrumento, junto con compañeros venidos de
distintas provincias de España. ¿Qué dirías a los niños asturianos
que están pensando en escoger un instrumento para animarles a escoger la tuba?
R.- En primer lugar, les invitaría a conocer mi instrumento. A su alcance
tienen, en los Conservatorios de Oviedo y Gijón, unos grandes profesores que
encantados les mostrarán las virtudes de la tuba y el bombardino. Además, la
tuba es un instrumento muy amigable, le encanta vivir en sociedad y compartir
momentos con otros instrumentos. Le apasiona ser parte de bandas de música,
grupos de dixieland, orquestas… Pero ojo, yo aviso: quien prueba, repite.
P.- Imagino que alguna vez
habrás tenido que escuchar eso de “¿estudias música?¿Y no haces nada más?” ¿Qué
opinas de esta pregunta? ¿En algún momento te planteaste cursar otra carrera
más “seria”, para tener una “profesión de verdad”?
R.- Por suerte siempre me he rodeado de gente que valoraba mucho la música
y era plenamente consciente de la dedicación que ésta requería. Cierto es que
hace tiempo una señora, al interesarse por mi oficio, quedó sorprendida al
confundir “tubista” con “turista”. Bromas aparte, quien plantea preguntas de
ese tipo conoce parcialmente la realidad de nuestra profesión. Apelan a nuestra
vocación, nuestro deleite, obviando el trabajo, la constancia y la disciplina
que ser músico supone. Cuando era estudiante focalicé mis energías en ser músico
profesional, por lo que no estaba en mis planes cursar otra carrera. Hoy en día
hay ciertos campos, como la psicología de la educación, que me interesan
enormemente y me animan a seguir estudiando, pero siempre como un valor añadido
a la práctica musical y a la docencia.
P.- Si volvieses atrás
¿volverías a escoger la música y la tuba, o te decantarías por otra profesión?
R.- La música, sin duda. He de reconocer que conocí a la tuba de rebote.
¿Fue un flechazo a primera vista? Sí, pero después de un desengaño con el
piano. Aún recuerdo cómo con catorce años convencí a mi madre para que me
llevase a clases de piano. Ilusionado tras la primera clase, me dirijo a la
segunda y al llegar a la casa de mi profesora compruebo que se había mudado. De
vuelta a casa, tuve la suerte de parar en la academia de la Banda de Música de
Pola de Siero. Y es allí donde descubrí las bondades de mi querido instrumento.
Si volviese atrás, de camino a mi segunda clase de piano, estoy seguro de que
iría con los dedos cruzados deseando que mi profesora no estuviese.
P.- Estudiar un instrumento
es una carrera de fondo que requiere de constancia, paciencia, disciplina y de habilidades
diversas, como la capacidad de exponerse ante el público sin bajar el
rendimiento. ¿Cómo has afrontado este aspecto a lo largo de tu formación y
ahora ya en tu vida profesional? ¿Has sufrido en ti mismo el archiconocido
“miedo escénico”?
R.- Como bien dices, la constancia y la paciencia, junto con el esfuerzo, el autocontrol y el
dominio de mis propias emociones, e incluso de mis frustraciones, han sido
constantes variables que he tenido que gestionar a lo largo de mi carrera y que
aún sigo perfeccionando. Hubo momentos en que la falta de confianza y
autoestima me hizo cuestionarme si realmente valía para esto. Estos momentos de
flaqueza en ocasiones me hicieron bajar mi rendimiento, produciéndome algún que
otro episodio de miedo escénico. Sentir miedo escénico antes de cualquier
actuación es algo muy común que nos sucede a la mayoría de los músicos. De
hecho, es necesario tener cierto grado de activación para enfrentarse a un
auditorio. El miedo escénico no deja de ser una respuesta emocional, un
mecanismo de defensa, que actúa a varios niveles de nuestro organismo
preparándonos para una posible “amenaza”. Cuando éste es muy elevado, supone un
serio problema que tiene consecuencias negativas y desagradables y nos influyen
más de lo que creemos. Todo artista ha de aspirar a interpretar a su máximo
nivel de capacidad disfrutando del proceso, sin llegar a ver mermada su
ejecución por culpa de una mala gestión del miedo escénico. La clave está en conocernos
y gestionar debidamente nuestras emociones, y eso es lo que pretendo transmitir
a mis alumnos del conservatorio.
P.-¿Qué es lo que más te
gusta del mundo de la música y lo que menos?
R.- La música me ha permitido almacenar cantidad de experiencias vitales
que difícilmente hubiese alcanzado de otro modo. El mundo de la música me ha
dado la posibilidad de viajar, conocer nuevas ciudades y países, formar parte
de orquestas y agrupaciones y, me ha permitido, entre otras cosas, conocer a
personas maravillosas. Quizás lo que menos me atrae del mundo de la música es
la alta competitividad que a veces viene aliñada con envidias y ciertos celos. Pero
como bien pronunció hace un par de años José Sacristán refiriéndose al mundo
del cine, “éste es un hermoso oficio, a pesar de todo”.
P.- Si tuvieses hijos en el
futuro, ¿te gustaría que estudiasen música o que se dedicasen profesionalmente
a ella?
R.- Conocido es que la música contribuye al desarrollo integral de las
personas. Entre muchas cosas, la educación musical desarrolla la sensibilidad,
la inteligencia, la creatividad, la apreciación de lo bello… Por eso, sin lugar
a duda intentaría acercar la música a mis hijos. Otra cuestión diferente es si
quisiera que se dedicasen profesionalmente a ella. Creo que cada persona debe
ser el protagonista de su vida y escoger libremente el camino que quiera. Mi
misión como futuro padre será ayudar a mis hijos a desarrollar sus capacidades
para que puedan llevar a cabo sus
propios proyectos, sean musicales o no.
P.- Actualmente trabajas como profesor de tuba en
el Conservatorio Jesús de Monasterio de Santander. ¿Qué competencias crees que
te han sido más útiles para acceder a este puesto? ¿Son competencias que has
adquirido a través de los estudios o a través de la vida?
R.- Como comentaba antes, la docencia me llegó de improviso. Apenas habían
transcurrido cuatro meses desde que había terminado la carrera y de repente
estaba dando clases en el conservatorio de Santander. Para acceder al puesto
tuve que superar una prueba de carácter teórico-práctico y un concurso de méritos.
La prueba constaba de varias fases. Por un lado, la interpretación de un
programa compuesto por tres obras de distintos estilos, y por otro, había que responder
a una serie de preguntas de carácter pedagógico y curricular. Está claro que
tener un buen dominio instrumental y un buen expediente académico es
fundamental a la hora de acceder a un puesto de trabajo, y eso ha sido una
buena baza en mi caso. Pero a la hora de afrontar las cuestiones teóricas relacionadas
con la docencia, tuve que utilizar otra serie de herramientas que los estudios
no me habían ofrecido, como por ejemplo, una adecuada competencia lingüística.
P.- ¿Cómo lograste
desarrollar tu capacidad lingüística?, y ¿cómo crees que unos estudios de
conservatorio podrían asegurarse de que los alumnos adquiriesen esa
competencia?
R.- Un aspecto determinante a la
hora de perfeccionar cualquier capacidad redunda en el hecho de estar
plenamente convencido de su funcionalidad. Nadie presta atención a algo que no
está seguro de su uso y, mucho menos, invierte tiempo en cultivarlo. Siempre he
visto al lenguaje como un ente muy poderoso. Más que un código de comunicación,
es un medio único en el que podemos desarrollar todas nuestras capacidades
humanas, especialmente nuestra personalidad; es un arte: el arte de la máxima
expresión y de la transmisión del conocimiento, una manifestación del ingenio y
la sutileza. La lectura me ha descubierto un sinfín de mundos, pero he de
destacar que la escritura me ha ayudado mucho a organizar y canalizar momentos
de mi vida. Escribir sobre las emociones, las inquietudes e ilusiones, o
mismamente sobre el día a día, me ha ayudado a crear buenos hábitos y, en
ocasiones, ha servido incluso para liberarme. Los profesores tenemos la
obligación de tratar el lenguaje, además de como un arte, como una ciencia,
donde el rigor y la objetividad permitan que nuestros alumnos se puedan manejar
en un registro adecuado, y que sean concisos, claros y eficaces. Los alumnos se
enfrentan a numerosas circunstancias que exigen un buen dominio del lenguaje,
donde la capacidad de síntesis y pensamiento crítico también tienen especial
protagonismo, y sin embargo, ¡cuánto lo desatendemos!. No todo debería servir
en la redacción de trabajos académicos, la realización de exámenes escritos, la
defensa de trabajos fin de grado -donde por cierto, el factor miedo escénico
tiene una especial importancia-.
P.- ¿Crees que las
Enseñanzas Superiores en España preparan para la realidad profesional? Si no es
así, ¿Qué cambiarías o incluirías tú en los planes de estudio para que la
orientación hacia el mundo laboral fuese más efectiva?
R.- La educación superior pretende no solo proporcionar una buena
cualificación profesional a nivel teórico-práctico, sino que trata de preparar al
estudiante para la competitividad que envuelve el mundo laboral. Pero he podido
comprobar que para ser realmente competente se echa en falta un servicio de
orientación personalizado que acompañe al alumno en la toma de decisiones sobre
su futuro, atendiendo a sus aptitudes y potencialidades.
P.- ¿Qué consejo darías a los jóvenes que están
actualmente dudando si cursar unas enseñanzas superiores o no, y a los que
están en ello hoy en día?
R.- A todos ellos les animaría a que persigan sus verdaderos sueños. Y si entre
sus sueños está cursar estudios musicales superiores y dedicarse
profesionalmente a la música les daría un pequeño consejo: que sean
perseverantes. La música es una gran carrera de fondo, donde los resultados, en
ocasiones, no son inmediatos. Encontrarán obstáculos y dificultades, pero con
constancia, rigor, tesón, ilusión y mucha pasión, llegarán donde se lo
propongan.
P.- Desde tu
perspectiva de profesor de Enseñanzas Elementales y Profesionales de Tuba,
¿cómo ves el presente y el futuro de la educación musical en España?
R.- La verdad es que intento ser optimista. Soy plenamente consciente de que
vivimos en unos momentos educativos complejos, donde las políticas de recortes
no benefician en absoluto a nuestras enseñanzas. Pero, por suerte, contamos con
grandes profesionales dinámicos y entusiastas que cada día luchan por poner las
enseñanzas artísticas en el lugar que se merecen. Por otra parte, los padres de
hoy en día comienzan a ser más conscientes de los beneficios que una enseñanza
musical aporta en sus hijos y, al menos en Cantabria, cada nuevo curso vemos incrementado
el número de solicitudes de acceso al conservatorio.
P.- Varias voces se han
alzado últimamente alarmando sobre el envejecimiento del público de la música
“clásica” y la necesidad de su renovación. ¿Cómo crees que se puede incorporar
a nuevas generaciones de oyentes?
R.- En este sentido, creo que es necesario que los profesores nos hagamos
algo de autocrítica. Un objetivo importante que persigue la enseñanza musical
de nuestro país es el de fomentar la participación de nuestros alumnos en
actividades musicales y culturales. Sin embargo, nosotros mismos muchas veces
ni asistimos, o lo que es peor, ni mostramos interés por los conciertos que se
programan en nuestra ciudad. No debemos olvidar que transmitimos a nuestro
alumnado más cosas de lo que realmente creemos. Todos sabemos la máxima de que
la educación empieza en casa, pero en nuestro caso, se forja en el aula de
música. Por suerte, en los últimos años se están programando cada vez más actividades
didácticas, donde se pretende acercar y, en cierto modo, humanizar la música clásica.
Un claro ejemplo lo tenéis en casa con el programa Link Up! de la OSPA, donde
miles de niños asturianos tiene la oportunidad de interactuar y disfrutar de la
música con los profesores de la orquesta.
P.- ¿Cómo te ves o te
gustaría verte dentro de cinco años y qué te planteas hacer para conseguirlo?
R.- No puedo vaticinar dónde estaré dentro de cinco años, pero donde quiera
que esté espero seguir trabajando con pasión e ilusión, para conseguir un buen
desarrollo personal y profesional. No me gusta estancarme y quedarme atrás.
Vivimos en un mundo en continuo cambio lleno de escenarios nuevos. Los alumnos
cada vez tienen nuevas necesidades y nos demandan nuevas exigencias. Es vital
seguir formándose, seguir cultivándose para construir un sólido y feliz camino.
P.- Para despedirnos,
¿puedes decirnos qué significa la música en tu vida, Nacho?¿Crees que habrías
sido una persona distinta si no te hubieses dedicado a la música?
R.- La música me abrió una dimensión para mí desconocida y, en cierto modo,
dio un sentido a mi vida. Me ayudó a aceptarme tal como soy, a superarme día a
día, a relacionarme y, sobre todo, a compartir con los demás. El dedicarse o no
profesionalmente a la música no habría influido para nada en mi persona ya que
el hecho de creer, amar y cultivar la música no entiende de salarios y
relaciones laborales.
P.- ¿Qué pregunta que no te
hecho te habría gustado responder?
R.- No he echado en falta ninguna. Ha sido un placer responder a todas tus
preguntas, Paula. Me gustaría darte la enhorabuena por la entrevista, me ha
parecido muy completa y trabajada. Me has brindado la oportunidad de hablar de
temas muy interesantes y, sobre todo, la posibilidad de compartir mis
experiencias con todos vosotros.
(Entrevista concedida en Febrero
de 2017)