ENTREVISTA A JUAN IGNACIO RODRÍGUEZ


Juan Ignacio Rodríguez realizó sus estudios profesionales de Tuba en el Conservatorio Profesional de Música de Oviedo. Después se tituló en el Conservatorio Superior de Música de Oviedo bajo la tutela de Alfonso Mollá. Becado por la Obra Social y Cultural de Cajastur, se trasladó a Suiza para estudiar en la Haute Ecole de Musique de Lausanne con el profesor Sthèpane Labeyrie. Formó parte de la Joven Banda de Música Vetusta, la Joven Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y “The World Orchestra” of Jeunesses Musicales. En el ámbito profesional destacan sus colaboraciones con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Oviedo Filarmonía, Orquesta Sinfónica de Gijón, Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, y Banda Municipal de Música de Bilbao.


FICHA TÉCNICA

NOMBRE:
  •     Juan Ignacio Rodríguez Rodríguez
EDAD:
  • 31 años
FORMACIÓN:
  •     Título Profesional de Tuba (Conservatorio Profesional de Oviedo)
  •     Título Superior de Tuba (Conservatorio Superior del Principado de Asturias)
  •     Estudios musicales en la Haute Ecole de Musique de Lausanne (Suiza)
  •     Master en Formación del Profesorado (Universidad Internacional de la Rioja)
OCUPACIÓN ACTUAL:
  •    Profesor de tuba, bombardino y música de cámara en el Conservatorio “Jesús de Monasterio” de Santander (Cantabria)
  •     Tuba co-principal de la Banda de Música “Ciudad de Oviedo” (en excedencia)


P.- Hola Nacho, muchas gracias por atendernos. Hace ya tiempo que dejaste el Conservatorio Profesional de Oviedo, pero la tuba ha seguido acompañándote y actualmente has dejado de ser alumno para ser el profesor. ¿Imaginabas cuando eras un adolescente que tu destino profesional sería la enseñanza de la tuba?

R.-Como bien dices, actualmente me dedico a la enseñanza pero realmente creo que uno nunca pierde la condición de alumno. La vida es un continuo aprendizaje; aprendemos de los triunfos, de los fracasos, de las experiencias… y, por supuesto, de nuestros alumnos. Nunca tuve un objetivo bien definido acerca de mi futuro laboral y la enseñanza me llegó casi de sorpresa. Es cierto que cuando uno es adolescente sueña con pertenecer a una gran orquesta y hacer grandes giras, pero realmente lo que siempre he tenido claro es que la música me acompañaría, de un modo u otro, el resto de mis días.

P.- De aquellos años en que fui tu pianista acompañante, tengo el recuerdo de tus padres acudiendo a cada uno de los conciertos que ofrecías como alumno. Diversos estudios subrayan el papel del apoyo familiar para la consecución del éxito del músico futuro. ¿Crees que esto es así? ¿Cuál ha sido la implicación de tus padres en las diferentes etapas de tu educación?

R.- La enseñanza en los conservatorios tiende a priorizar la formación del estudiante en el sentido estrictamente musical, desatendiendo en muchos casos las necesidades del joven músico como persona. A mi juicio, el éxito del futuro de todo músico va más allá de lo meramente musical. Entre otras cosas, necesita cultivar habilidades sociales, afectivas y emocionales, y es aquí donde la familia desempeña un papel fundamental en la consecución del éxito personal y profesional del joven músico. No vengo de una familia de tradición musical, pero sí es verdad que mis padres han sido pieza clave en mi formación. Han sabido generarme confianza, me han ayudado a tomar conciencia de mí mismo, me han ayudado a crecer de una manera autónoma y responsable y, sobre todo, me han animado y apoyado en todo momento brindándome siempre su mejor sonrisa.

P.- Ahora que estás del otro lado y eres profesor, ¿adviertes que el grado de implicación familiar condiciona el rendimiento del alumno?

R.- Desde mi experiencia, creo que la implicación de la familia constituye uno de los pilares fundamentales en la formación de los alumnos. No es necesario tener conocimientos musicales para poder sentarse y planificar el estudio con los más jóvenes, interesarse por sus audiciones o por participar de forma activa en las actividades del conservatorio. La implicación de los padres alimenta la motivación de los alumnos y ésta repercute directamente sobre su rendimiento, reforzando su autoestima y su propia motivación. Hay que reconocer que los estudios musicales son largos y en ocasiones duros, ya que se tienen que compaginar con el colegio o el instituto. Por ello es importante que las familias se impliquen en los progresos musicales de sus hijos, atiendan a sus dificultades y no dejen de valorar el esfuerzo que supone el estudio de la música.

P.- La tuba es un instrumento minoritario, con unas capacidades expresivas y técnicas desconocidas para la mayor parte de la gente e incluso para muchos músicos. Tú, que las conoces bien, ¿qué bondades relatarías sobre tu instrumento? ¿qué satisfacciones te ha reportado?

R.- Si en la calle, tras una cortina, nos pusiéramos a tocar con una tuba un lied de Strauss, estoy seguro de que más de uno se llevaría una grata sorpresa. Los tubistas hemos luchado durante mucho tiempo contra ciertos clichés que cuestionaban las potencialidades de nuestro instrumento. Gracias al rigor en el estudio, tanto técnico como musical, y siempre con mucho respeto, podemos hoy en día abarcar un sinfín de repertorios y estilos musicales. Para mí, lo más destacable de mi instrumento es su versatilidad y su cálido y aterciopelado sonido. La tuba tiene una gran extensión de registro, lo que le permite desempeñar numerosos roles. Su lirismo, su agilidad, su potencia y su calidad sonora hacen que la tuba sea protagonista en todo tipo de agrupaciones musicales. La tuba me ha reportado satisfacciones varias: me ha permitido desarrollarme como músico y persona, me ha permitido viajar, conocer gente… y hoy en día puedo dar gracias ya que me aporta un sustento económico.

P.- Alguno podría decir que es difícil encontrar salidas profesionales con la tuba argumentando que en cada orquesta no suele haber más que una tuba en plantilla, un número ínfimo comparado con el de otros instrumentos. Sin embargo, el porcentaje de alumnos titulados en Tuba en el Conservatorio Superior de Oviedo que ganáis plazas en orquestas y conservatorios españoles y europeos es muy elevado. ¿A qué se debe esto?

R.- Es cierto que el panorama laboral no es muy prometedor a día de hoy. El caso de los alumnos de tuba del Conservatorio Superior de Oviedo es muy peculiar. Hay que destacar que el talento y el esfuerzo de cada compañero ha sido canalizado de una forma magistral por Alfonso Mollá. Su pasión por los alumnos y la música, su buen hacer y su gran capacidad de gestionar la clase, han hecho del aula de tuba del Conservatorio Superior de Oviedo una gran familia. Una familia que trabaja, convive y disfruta junta, donde cada logro individual es un logro colectivo. En mi opinión, esa es la clave de su éxito.

P.- Retomando la pregunta anterior, en cada orquesta sólo hay una tuba, pero los tubas no tenéis necesidad de otros instrumentos para tocar en una agrupación, como habéis demostrado en el Keep in Touch Tuba Project. ¿Puedes contarnos en qué consiste este proyecto?

R.-  Keep in Touch Project es un lugar de encuentro, una manera de entender la música y la tuba, formado por un grupo de profesionales y estudiantes que pretenden seguir y memorar el legado y las enseñanzas que el gran maestro Mel Culbertson nos dejó. Alfonso Mollá está a la cabeza del ensemble, que además de tubas cuenta con percusión y piano. Se aborda un interesante repertorio variado en el que diferentes estilos se fusionan creando sonoridades únicas.

P.- Nacho, terminaste tus estudios superiores en el año 2011. Si no me equivoco, eres el último asturiano que se ha titulado en este instrumento, junto con compañeros venidos de distintas provincias de España. ¿Qué dirías a los niños asturianos que están pensando en escoger un instrumento para animarles a escoger la tuba?

R.- En primer lugar, les invitaría a conocer mi instrumento. A su alcance tienen, en los Conservatorios de Oviedo y Gijón, unos grandes profesores que encantados les mostrarán las virtudes de la tuba y el bombardino. Además, la tuba es un instrumento muy amigable, le encanta vivir en sociedad y compartir momentos con otros instrumentos. Le apasiona ser parte de bandas de música, grupos de dixieland, orquestas… Pero ojo, yo aviso: quien prueba, repite.

P.- Imagino que alguna vez habrás tenido que escuchar eso de “¿estudias música?¿Y no haces nada más?” ¿Qué opinas de esta pregunta? ¿En algún momento te planteaste cursar otra carrera más “seria”, para tener una “profesión de verdad”?

R.- Por suerte siempre me he rodeado de gente que valoraba mucho la música y era plenamente consciente de la dedicación que ésta requería. Cierto es que hace tiempo una señora, al interesarse por mi oficio, quedó sorprendida al confundir “tubista” con “turista”. Bromas aparte, quien plantea preguntas de ese tipo conoce parcialmente la realidad de nuestra profesión. Apelan a nuestra vocación, nuestro deleite, obviando el trabajo, la constancia y la disciplina que ser músico supone. Cuando era estudiante focalicé mis energías en ser músico profesional, por lo que no estaba en mis planes cursar otra carrera. Hoy en día hay ciertos campos, como la psicología de la educación, que me interesan enormemente y me animan a seguir estudiando, pero siempre como un valor añadido a la práctica musical y a la docencia.

P.- Si volvieses atrás ¿volverías a escoger la música y la tuba, o te decantarías por otra profesión?

R.- La música, sin duda. He de reconocer que conocí a la tuba de rebote. ¿Fue un flechazo a primera vista? Sí, pero después de un desengaño con el piano. Aún recuerdo cómo con catorce años convencí a mi madre para que me llevase a clases de piano. Ilusionado tras la primera clase, me dirijo a la segunda y al llegar a la casa de mi profesora compruebo que se había mudado. De vuelta a casa, tuve la suerte de parar en la academia de la Banda de Música de Pola de Siero. Y es allí donde descubrí las bondades de mi querido instrumento. Si volviese atrás, de camino a mi segunda clase de piano, estoy seguro de que iría con los dedos cruzados deseando que mi profesora no estuviese.

P.- Estudiar un instrumento es una carrera de fondo que requiere de constancia, paciencia, disciplina y de habilidades diversas, como la capacidad de exponerse ante el público sin bajar el rendimiento. ¿Cómo has afrontado este aspecto a lo largo de tu formación y ahora ya en tu vida profesional? ¿Has sufrido en ti mismo el archiconocido “miedo escénico”?

R.- Como bien dices, la constancia y la paciencia, junto con el esfuerzo, el autocontrol y el dominio de mis propias emociones, e incluso de mis frustraciones, han sido constantes variables que he tenido que gestionar a lo largo de mi carrera y que aún sigo perfeccionando. Hubo momentos en que la falta de confianza y autoestima me hizo cuestionarme si realmente valía para esto. Estos momentos de flaqueza en ocasiones me hicieron bajar mi rendimiento, produciéndome algún que otro episodio de miedo escénico. Sentir miedo escénico antes de cualquier actuación es algo muy común que nos sucede a la mayoría de los músicos. De hecho, es necesario tener cierto grado de activación para enfrentarse a un auditorio. El miedo escénico no deja de ser una respuesta emocional, un mecanismo de defensa, que actúa a varios niveles de nuestro organismo preparándonos para una posible “amenaza”. Cuando éste es muy elevado, supone un serio problema que tiene consecuencias negativas y desagradables y nos influyen más de lo que creemos. Todo artista ha de aspirar a interpretar a su máximo nivel de capacidad disfrutando del proceso, sin llegar a ver mermada su ejecución por culpa de una mala gestión del miedo escénico. La clave está en conocernos y gestionar debidamente nuestras emociones, y eso es lo que pretendo transmitir a mis alumnos del conservatorio.

P.-¿Qué es lo que más te gusta del mundo de la música y lo que menos?

R.- La música me ha permitido almacenar cantidad de experiencias vitales que difícilmente hubiese alcanzado de otro modo. El mundo de la música me ha dado la posibilidad de viajar, conocer nuevas ciudades y países, formar parte de orquestas y agrupaciones y, me ha permitido, entre otras cosas, conocer a personas maravillosas. Quizás lo que menos me atrae del mundo de la música es la alta competitividad que a veces viene aliñada con envidias y ciertos celos. Pero como bien pronunció hace un par de años José Sacristán refiriéndose al mundo del cine, “éste es un hermoso oficio, a pesar de todo”.

P.- Si tuvieses hijos en el futuro, ¿te gustaría que estudiasen música o que se dedicasen profesionalmente a ella?

R.- Conocido es que la música contribuye al desarrollo integral de las personas. Entre muchas cosas, la educación musical desarrolla la sensibilidad, la inteligencia, la creatividad, la apreciación de lo bello… Por eso, sin lugar a duda intentaría acercar la música a mis hijos. Otra cuestión diferente es si quisiera que se dedicasen profesionalmente a ella. Creo que cada persona debe ser el protagonista de su vida y escoger libremente el camino que quiera. Mi misión como futuro padre será ayudar a mis hijos a desarrollar sus capacidades para que puedan llevar a cabo sus propios proyectos, sean musicales o no.

P.-  Actualmente trabajas como profesor de tuba en el Conservatorio Jesús de Monasterio de Santander. ¿Qué competencias crees que te han sido más útiles para acceder a este puesto? ¿Son competencias que has adquirido a través de los estudios o a través de la vida?

R.- Como comentaba antes, la docencia me llegó de improviso. Apenas habían transcurrido cuatro meses desde que había terminado la carrera y de repente estaba dando clases en el conservatorio de Santander. Para acceder al puesto tuve que superar una prueba de carácter teórico-práctico y un concurso de méritos. La prueba constaba de varias fases. Por un lado, la interpretación de un programa compuesto por tres obras de distintos estilos, y por otro, había que responder a una serie de preguntas de carácter pedagógico y curricular. Está claro que tener un buen dominio instrumental y un buen expediente académico es fundamental a la hora de acceder a un puesto de trabajo, y eso ha sido una buena baza en mi caso. Pero a la hora de afrontar las cuestiones teóricas relacionadas con la docencia, tuve que utilizar otra serie de herramientas que los estudios no me habían ofrecido, como por ejemplo, una adecuada competencia lingüística.

P.- ¿Cómo lograste desarrollar tu capacidad lingüística?, y ¿cómo crees que unos estudios de conservatorio podrían asegurarse de que los alumnos adquiriesen esa competencia?

R.- Un aspecto determinante a la hora de perfeccionar cualquier capacidad redunda en el hecho de estar plenamente convencido de su funcionalidad. Nadie presta atención a algo que no está seguro de su uso y, mucho menos, invierte tiempo en cultivarlo. Siempre he visto al lenguaje como un ente muy poderoso. Más que un código de comunicación, es un medio único en el que podemos desarrollar todas nuestras capacidades humanas, especialmente nuestra personalidad; es un arte: el arte de la máxima expresión y de la transmisión del conocimiento, una manifestación del ingenio y la sutileza. La lectura me ha descubierto un sinfín de mundos, pero he de destacar que la escritura me ha ayudado mucho a organizar y canalizar momentos de mi vida. Escribir sobre las emociones, las inquietudes e ilusiones, o mismamente sobre el día a día, me ha ayudado a crear buenos hábitos y, en ocasiones, ha servido incluso para liberarme. Los profesores tenemos la obligación de tratar el lenguaje, además de como un arte, como una ciencia, donde el rigor y la objetividad permitan que nuestros alumnos se puedan manejar en un registro adecuado, y que sean concisos, claros y eficaces. Los alumnos se enfrentan a numerosas circunstancias que exigen un buen dominio del lenguaje, donde la capacidad de síntesis y pensamiento crítico también tienen especial protagonismo, y sin embargo, ¡cuánto lo desatendemos!. No todo debería servir en la redacción de trabajos académicos, la realización de exámenes escritos, la defensa de trabajos fin de grado -donde por cierto, el factor miedo escénico tiene una especial importancia-.

P.- ¿Crees que las Enseñanzas Superiores en España preparan para la realidad profesional? Si no es así, ¿Qué cambiarías o incluirías tú en los planes de estudio para que la orientación hacia el mundo laboral fuese más efectiva?

R.- La educación superior pretende no solo proporcionar una buena cualificación profesional a nivel teórico-práctico, sino que trata de preparar al estudiante para la competitividad que envuelve el mundo laboral. Pero he podido comprobar que para ser realmente competente se echa en falta un servicio de orientación personalizado que acompañe al alumno en la toma de decisiones sobre su futuro, atendiendo a sus aptitudes y potencialidades.

P.- ¿Qué consejo darías a los jóvenes que están actualmente dudando si cursar unas enseñanzas superiores o no, y a los que están en ello hoy en día?

R.- A todos ellos les animaría a que persigan sus verdaderos sueños. Y si entre sus sueños está cursar estudios musicales superiores y dedicarse profesionalmente a la música les daría un pequeño consejo: que sean perseverantes. La música es una gran carrera de fondo, donde los resultados, en ocasiones, no son inmediatos. Encontrarán obstáculos y dificultades, pero con constancia, rigor, tesón, ilusión y mucha pasión, llegarán donde se lo propongan.

P.- Desde tu perspectiva de profesor de Enseñanzas Elementales y Profesionales de Tuba, ¿cómo ves el presente y el futuro de la educación musical en España?

R.- La verdad es que intento ser optimista. Soy plenamente consciente de que vivimos en unos momentos educativos complejos, donde las políticas de recortes no benefician en absoluto a nuestras enseñanzas. Pero, por suerte, contamos con grandes profesionales dinámicos y entusiastas que cada día luchan por poner las enseñanzas artísticas en el lugar que se merecen. Por otra parte, los padres de hoy en día comienzan a ser más conscientes de los beneficios que una enseñanza musical aporta en sus hijos y, al menos en Cantabria, cada nuevo curso vemos incrementado el número de solicitudes de acceso al conservatorio.

P.- Varias voces se han alzado últimamente alarmando sobre el envejecimiento del público de la música “clásica” y la necesidad de su renovación. ¿Cómo crees que se puede incorporar a nuevas generaciones de oyentes?

R.- En este sentido, creo que es necesario que los profesores nos hagamos algo de autocrítica. Un objetivo importante que persigue la enseñanza musical de nuestro país es el de fomentar la participación de nuestros alumnos en actividades musicales y culturales. Sin embargo, nosotros mismos muchas veces ni asistimos, o lo que es peor, ni mostramos interés por los conciertos que se programan en nuestra ciudad. No debemos olvidar que transmitimos a nuestro alumnado más cosas de lo que realmente creemos. Todos sabemos la máxima de que la educación empieza en casa, pero en nuestro caso, se forja en el aula de música. Por suerte, en los últimos años se están programando cada vez más actividades didácticas, donde se pretende acercar y, en cierto modo, humanizar la música clásica. Un claro ejemplo lo tenéis en casa con el programa Link Up! de la OSPA, donde miles de niños asturianos tiene la oportunidad de interactuar y disfrutar de la música con los profesores de la orquesta.

P.- ¿Cómo te ves o te gustaría verte dentro de cinco años y qué te planteas hacer para conseguirlo?

R.- No puedo vaticinar dónde estaré dentro de cinco años, pero donde quiera que esté espero seguir trabajando con pasión e ilusión, para conseguir un buen desarrollo personal y profesional. No me gusta estancarme y quedarme atrás. Vivimos en un mundo en continuo cambio lleno de escenarios nuevos. Los alumnos cada vez tienen nuevas necesidades y nos demandan nuevas exigencias. Es vital seguir formándose, seguir cultivándose para construir un sólido y feliz camino.

P.- Para despedirnos, ¿puedes decirnos qué significa la música en tu vida, Nacho?¿Crees que habrías sido una persona distinta si no te hubieses dedicado a la música?

R.- La música me abrió una dimensión para mí desconocida y, en cierto modo, dio un sentido a mi vida. Me ayudó a aceptarme tal como soy, a superarme día a día, a relacionarme y, sobre todo, a compartir con los demás. El dedicarse o no profesionalmente a la música no habría influido para nada en mi persona ya que el hecho de creer, amar y cultivar la música no entiende de salarios y relaciones laborales.

P.- ¿Qué pregunta que no te hecho te habría gustado responder?

R.- No he echado en falta ninguna. Ha sido un placer responder a todas tus preguntas, Paula. Me gustaría darte la enhorabuena por la entrevista, me ha parecido muy completa y trabajada. Me has brindado la oportunidad de hablar de temas muy interesantes y, sobre todo, la posibilidad de compartir mis experiencias con todos vosotros.






(Entrevista concedida en Febrero de 2017)