3 de abril
1897
Tal día como hoy, hace 125 años, fallecía
uno de los compositores que forma parte del denominado “trío de las tres B”,
que comprende a Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven y Johannes Brahms
(n. 1833), sin duda tres grandes figuras de la historia de la música. Este
último es el protagonista de nuestra entrada de hoy.
El talento de Brahms para la música se
manifestó de manera precoz, recibiendo las primeras clases de su propio padre,
que se ganaba la vida como músico; así, con apenas 7 años ya tocaba el violín,
tenía nociones básicas de violoncello y estudiaba piano.
Su presentación pública como intérprete de
piano en solitario tuvo lugar en 1847, pero su verdadera vocación era la
composición, algo que sus padres no veían con agrado. Aun así, en esta época
compuso, e incluso publicó bajo seudónimo, música de cámara, música para piano
y obras para coro de voces masculinas, que años más tarde destruiría, al igual
que todas sus primeras obras.
En 1853 inició una gira de conciertos como
acompañante del violinista húngaro Eduard Reményi. Durante esta gira se
encontró con el violinista, Joseph Joachim, quien le presentó a Robert
Schumann. Éste se quedó tan sorprendido con las composiciones de Brahms, obras
aún no editadas, que escribió un apasionado artículo en una revista de la época
elogiando al joven compositor.
Gracias al respaldo de Schumann, que se
convirtió en un gran amigo para Brahms, pudo publicar por primera vez su música
bajo su propio nombre.
Tras el fallecimiento de Schumann en 1856, la
relación platónica e intensamente emocional existente entre Brahms y su viuda,
Clara Schumann, duraría hasta la muerte de ella, ocurrida poco menos de un año
antes que la suya. Ella, reconocida pianista, supuso un gran apoyo para el
músico, puesto que programaba su música en los recitales que ofrecía y él le
presentaba sus obras antes de estrenarlas en público.
Años atrás, animado por Schumann, había
empezado la composición de una Sinfonía en Re menor, pero al escuchar la
Novena de Beethoven, comprendió que no podía continuar con su obra.
Transformó los temas utilizados en una sonata para dos pianos, pero la obra
tampoco le satisfacía. Finalmente convirtió la sonata en su Concierto en Re
Mayor para piano y orquesta en 1858.
Su Requiem alemán, escrito tras la
muerte de su madre, supuso su primer gran éxito, siendo aclamado en escenarios
internacionales. Además, también experimentó el éxito con otras obras, como las
conocidas Danzas Húngaras.
La excelente acogida del público le animó a
componer su Sinfonía nº 1, que tardó diez años en escribir (la terminó
en 1876) debido a su alto nivel de autoexigencia y perfeccionismo. Durante los
siguientes ocho años compondría otras tres sinfonías más, además de cuartetos y
quintetos, pensando retirarse a la edad de 57 años.
A pesar de considerar entonces que su
aportación al mundo de la música había finalizado, gracias a haber quedado
cautivado al escuchar a Richard Mühfled, clarinetista de la Orquesta de
Meiningen, unos años antes de su muerte compondría para este algunas de sus
mejores obras, como son el Trío para clarinete, violoncello y piano,
el Quinteto para clarinete y cuarteto de cuerdas, las dos Sonatas
para clarinete y piano, que ambos músicos estrenaron juntos contando, por
supuesto, con la presencia de Clara Schumann. Además, también compondría sus
ciclos finales de piezas para piano (Op. 116-119) a raíz de la muerte de la
pianista, en mayo de 1896.
Ese mismo verano le es diagnosticado el
cáncer de hígado que le haría empeorar gradualmente hasta fallecer en 1897, a
los 63 años.
🔊 Sinfonía Nº4 (1º mov)
🔊 Requiem
alemán
🔊 Sonata Nº1 para clarinete y piano