P.- ¿Cómo y cuándo te iniciaste en el mundo de la música?
R.- Específicamente no podría concretar cuándo fue, porque en mi casa se escuchaba música clásica desde siempre aunque no había músicos en la familia, a excepción de mi tía, que estudió violín en este conservatorio con el profesor Yuri Nasushkin. Se podría decir que yo ya bailaba en la cuna con los valses de Strauss y de hecho siempre me he sentido músico: a los cinco años me regalaron la partitura del Dies Irae del Requiem de Mozart. Esta fue la primera "canción" que aprendí, balbuceándola en latín. Para mí siempre ha sido una música maravillosa y ejemplar.
Recuerdo que tenía un teclado muy pequeño, muy simple, al que le fallaba la nota Do. Por entonces me gustaba jugar a improvisar -con lo que de aquella sabía-, y a causa de ese Do que no funcionaba, me veía forzado a improvisar en todas las tonalidades menos en Do, lo cual me permitió adquirir soltura en este terreno. Cuando empecé a tocar el violín, con seis años, ya leía música, porque me había enseñado mi padre. Mi primera profesora fue Gayané Pogosova, que a los dos años se jubiló y se marchó de Asturias; continué entonces con Suren Kachatryan y un año y medio después con Lev Chistiakov, con quien sigo formándome actualmente.
P.- ¿Por qué escogiste tu instrumento?
R.- Como decía antes, mi tía había cursado el Grado Profesional de Violín, yo la escuchaba tocar y la sonoridad del instrumento me llamaba mucho la atención. Siempre recordaré cuando descubrí el tercer concierto para violín de Mozart o el de Mendelssohn, que he interpretado hace unas semanas en el concurso que me ha llevado a obtener este premio.
P.- ¿Cómo describirías tu experiencia en el conservatorio de Oviedo?
R.- Muy heterogénea, aunque en general me voy con buena sensación. Entre el alumnado hay muy buen ambiente y se crea una dinámica que incentiva el estudio y alimenta la motivación para continuar adelante. Respecto a la comunidad docente, valoro especialmente los objetivos que se plantean y su buen hacer.
P.- ¿Recomendarías a niños y jóvenes que aprendiesen a tocar un instrumento musical?
R.- Sí, desde luego, pero creo que lo realmente acuciante es cambiar la forma de enseñar la música en la educación general. Creo que la música es una materia básica y un conocimiento universal que en España está menospreciado. Esto es uno de los motivos de la carencia de público en los conciertos de música clásica, y de seguir la educación como hasta ahora, me temo que este problema se va a acrecentar. De otro modo, la música clásica, escuchándola sin prejuicios, funciona, no puede desagradar.
P.- ¿Qué características distintivas crees que hacen único a tu instrumento?
R.- Aunque estemos recurriendo a los tópicos, su virtuosismo y su gran capacidad para el lirismo.
P.- ¿Tienes algún intérprete favorito?
R.- Como violinista creo que Itzhak Perlman es un ejemplo a seguir, aunque obviamente me gusta más interpretando unos estilos que otros.
P.- ¿Qué música te gusta escuchar?
R.- Soy muy proclive a la variedad, manteniendo siempre la calidad, porque todo enriquece. Si me siento mal me gusta escuchar música coral renacentista, pero otros días me quedo con Penderecki...
P.- ¿Tienes algún compositor favorito?
R.- Existe un compositor, entre todos los demás, a quien admiro en concreto, que es Johann Sebastian Bach. Creo que es el padre de todos los compositores venideros, entre los que me incluyo.
P.- ¿Piensas continuar tus estudios musicales?
R.- No (risas). Sí, pienso continuar con el violín y también con el piano –actualmente curso quinto de Enseñanzas Profesionales- y seguir adelante con la composición. Recientemente he podido estrenar dos obras seguidas en poco más de una semana y estoy trabajando en proyectos que saldrán a la luz en diciembre.
P.- ¿Cómo te ves dentro de diez años?
R.- Estudiando, al igual que dentro de cincuenta si sigo vivo. Laboralmente no lo sé, como músico de orquesta no me veo, pero por lo demás poco puedo asegurar. Mi máxima aspiración sería verme viviendo de la composición, pero lo veo imposible en el mundo en que vivimos, donde no se apoya a los compositores, especialmente en nuestro país. Aquí la vida bohemia queda lejos y hay que apoyarse en trabajos como la docencia.
P.- Si no hubieses sido músico, ¿qué te habría gustado ser?
R.- Aunque me lo he planteado nunca he acertado a responder, porque yo he nacido músico y de lo contrario no habría nacido.
P.- ¿Crees que la música “clásica” es algo que sólo algunos pueden entender?
R.- Ya comentaba antes que la música clásica, fuera de prejuicios, puede disfrutarla cualquiera. Salvo en casos concretos, la música tiene la función de ser disfrutada.
P.- ¿Te ha resultado difícil compatibilizar los estudios musicales con la enseñanza obligatoria?
R.- Ha sido duro, pero en general el profesorado me ha apoyado y ha entendido la situación. Como te contaba antes, además de violín estudio piano y tengo mis ocupaciones como compositor, y aunar esto con la enseñanza obligatoria es difícil. A pesar de ello lo he podido conciliar bien a base de una milimetrada organización y de privarme de muchas cosas, pero me he sentido bien haciéndolo, con motivación todo se puede.
P.- ¿Has hecho amigos aquí?
R.- Sí, y he de resaltar que la calidad de las amistades hechas en el conservatorio es lo más reseñable, por encima de la cantidad: se trata de gente del gremio. Más que amigos, son amigos y colegas y entre nosotros nos entendemos porque vivimos lo mismo y eso es algo que siempre se agradece.
P.- Por último, ¿te gustaría dedicar este premio a alguien?
R.- A mi familia y a estas personas, amigos y de otros círculos, que han estado muy cerca de mi y me han apoyado siempre, porque este es un camino muy duro que por uno mismo es difícil de seguir. Hacen falta apoyos en los momentos duros y mi familia me apoya muchísimo en todo momento.
(Entrevista concedida el 25 de Noviembre de 2016)