HOY YA NO LLUEVE... CONVERSACIÓN CON GABRIEL ORDÁS



El día 25 de Diciembre de 2016 se celebró en el Real Sitio de Covadonga el primer Concierto de Navidad de su historia, ofrecido por el Coro Sinfónico y la Orquesta Filarmónica de Asturias. Entre varias piezas clásicas del repertorio, tuvo lugar el estreno de la obra Hoy ya no llueve, de Gabriel Ordás, actualmente alumno de Piano del Conservatorio Profesional de Música de Oviedo. Hemos querido comenzar el curso conversando con Gabriel para preguntarle por los entresijos de la composición y el estreno de esta obra.




P.- Gabriel, ¿cómo surgió la idea de componer esta obra?
R.- Fue un encargo que recibí sin mucha antelación. En realidad surgió de forma un poco casual, en noviembre, cuando salía del estreno de mi obra A Cervantes, en el concierto homenaje a Antón García Abril organizado por la Asociación Cultural La Castalia. Allí me encontré con una responsable de la OFA (Orquesta Filarmónica de Asturias), que se acercó a preguntarme si tendría escrito algún villancico o alguna obra en tono navideño, le respondí que no era el caso, pero que esto podía tener solución y así me puse manos a la obra.

P.- Hoy ya no llueve es un villancico. Aunque el villancico es un género muy antiguo que ha evolucionado y cambiado durante casi diez siglos, la mayoría de la gente lo asocia a celebraciones familiares con cánticos alegres de estribillos pegadizos y tintineo de panderetas. ¿Encaja tu villancico en estos parámetros?
R.- Encaja en los parámetros tradicionales, pero obviamente desde la cultura musical propia del oficio y desde el poso que dejan todas estas canciones populares, más simples, que han ido pasando de generación en generación. La obra no tiene relación con el tono religioso, pero sí con las fechas navideñas, los dos primeros versos dicen “algodón de nubes, de azúcar la nieve,/ nieve de invierno, hoy ya no llueve”… y más adelante el texto hace referencia al canto de las estrellas en el cielo, representando el ambiente familiar.

P.- El villancico está basado en un texto de una poetisa asturiana. ¿Fuiste tú quien seleccionó el texto? En ese caso, ¿puedes contarnos por qué, qué fue lo que te atrajo de él?
R.- María Abella Vázquez, la poetisa, tiene diecisiete años, la conozco desde la educación primaria y siempre me sorprendió con sus textos. Me encanta cómo logra crear ambientaciones con palabras muy bien escogidas, un vocabulario muy amplio, muy selecto, y de sabor muy dulce, tiene un estilo muy especial. Ya en su momento habíamos hecho juntos, hace unos cuatro años, una cantata de Navidad. En el mes de Noviembre, cuando surgió la oportunidad de escribir el villancico para esta ocasión, le pedí que recuperase un par de versos de aquella cantata “algodón de nubes…” y que los desarrollase en esta nueva línea.

P.- A la hora de componer, ¿crees que partir de un texto es una ayuda, un condicionante o quizás ambas cosas?
R.- En este caso han sido ambas cosas: la música se supedita al texto pero también a la inversa. Aunque la música se componga a partir de un texto, las palabras adquieren un nuevo enfoque a través de la música, como un prisma que transformase a ambas y que les permitiese llegar un poco más hondo dentro de cada persona. La conjunción de música y palabras genera un todo que lleva a un paso más allá, no creo que la cuestión sea que una dependa de la otra, sino que juntas conforman una nueva entidad.

P.- ¿Te sientes más cómodo en la composición instrumental que en la vocal, o no tienes preferencia por alguna de ellas?
R.- La verdad es que he hecho más obra instrumental que vocal, pero trabajar con texto es siempre para mi una ocasión para expresar otro tipo de sensaciones, de ideas. Componer para voz tiene algo especial, es diferente.

P.- Imagino que escuchar un villancico propio, el día de Navidad, en un lugar tan emblemático para los asturianos como Covadonga, ha de ser una vivencia muy emocionante, no sé si podrás contarnos cómo te has sentido…
R.- Fue un momento mágico por varios motivos: la actitud del público en un día como el de Navidad, el halo misterioso, la espiritualidad del sitio… y además para mi fue especial puesto que era la primera obra coral mía que se estrenaba. Creo que el texto llegó a la gente y que la música lo reforzó. Hacía frío ese día, pero se sintió calor en la Basílica.



P.- Antes del estreno, ¿pudiste asistir a los ensayos?
R.- Tuve oportunidad de acudir a los ensayos y de hablar tanto con los músicos como con el propio director, Pablo Camblor -alumno del Conservatorio Superior de Música de Oviedo en la especialidad de Dirección- que se mostró muy receptivo en torno a mis consejos sobre la interpretación. En cualquier caso, como dice Leoncio Diéguez, una obra no se termina hasta después del estreno. Cuando escuchas tu obra por primera vez, de algún modo te suena como una obra nueva y esto es debido a que cada músico es una persona con un punto de vista propio y diferente de los demás, y siempre puede hacer alguna aportación muy útil a la obra. El intérprete posee una libertad humana, que ha de ser quizás también controlada.

P.- ¿Cómo vives la relación con los músicos y los directores de orquesta cuando asistes a un ensayo de una de tus obras?
R.- Hasta la fecha ha sido una relación muy buena, las orquestas me han tratado bien y he tenido resultados satisfactorios, porque siempre he encontrado esa sensación de implicación, algo indispensable por parte de los músicos que creo que debo agradecer.

P.- ¿Te gusta controlar exactamente el resultado final o más bien crees que la aportación personal del intérprete puede descubrir aspectos nuevos de tu obra incluso para ti mismo?
R.- Cuando llego al primer ensayo siempre me sorprendo ante las sonoridades reales. Descubro así muchos aspectos nuevos de mi obra. Aunque me gusta controlar mis partituras hasta la más mínima expresión posible, estoy abierto a sugerencias, a opiniones. En una ocasión se interpretó en Rumanía una obra mía que se había estrenado aquí con la OFIL, Entornos, y yo no pude asistir ni a los ensayos ni al estreno, pero me comuniqué con la directora para darle alguna indicación y consejo sobre ciertos detalles. Pude comprobar un año después, cuando escuché grabado este concierto, que la interpretación se había ajustado bastante a mis expectativas y a la idea que tenía en mente durante la composición.

P.- Gabriel, ¿en tu casa también cantáis La Marimorena y Arre Borriquito? ¿Opinas que lo popular está reñido con lo culto o por el contrario crees que lo uno procede de lo otro?
R.- Creo que son dos “hablas” muy distintas de la música que se complementan muy bien. En este caso yo escribí un villancico que además de tener una calidad, pretende ser música simple y llegar al corazón. Este es uno de los fines de la música popular y probablemente una de las razones de que haya perdurado a través de los siglos. Y bueno, claro, en mi casa también se cantan villancicos, siempre entre risas.

P.- Gran parte de la música “clásica” de nuestra era se encuentra en las bandas sonoras de películas. Dentro de estas bandas sonoras, el musical es un género propio, un tipo de composición vocal. ¿Te ves escribiendo un musical? Si es así, ¿de qué tendría que tratar un musical escrito por Gabriel Ordás?
R.- Yo nunca digo que no a nada. Si hace un año me hubiesen preguntado si escribiría un villancico, probablemente me habría extrañado, sin embargo acabo de estrenar uno. En definitiva, nunca digas nunca. Ahora mismo estoy trabajando en una ópera. Apenas hay ópera en español y creo que sería bueno enriquecer este campo. Esto no desplaza ni mucho menos a la zarzuela, género que está en pleno renacer. A mediados de Junio se estrenará en Oviedo una zarzuela de Guillermo Martínez, lo cual es un hito y una muestra de esta intención de hacer revivir un género tan propio de este país. El musical, un género más popular, no lo tengo en mente de momento, pero si se da el caso podría ser.

P.- ¿Estás inmerso actualmente en algún proyecto, además de la ópera de la que nos has hablado?
R.- Ahora mismo en el escritorio de mi portátil tengo una carpeta con un Stabat Mater iniciado. El texto de la secuencia, que data del siglo XIII, me ha maravillado desde que era un crío. Descubrí de pequeño el Stabat Mater de Pergolesi y cuando leí el texto en español y luego en la versión de Lope de Vega, con siete años, lo imprimí y lo tuve durante un tiempo a mano. Luego lo dejé archivado en un cajón y cuando me lo topé hace unos meses me volvió a embelesar. Automáticamente se me empezaron a venir las ideas. Creo que ahora estoy en ese momento en que tengo la obra en la cabeza pero me resta pasarla al papel.

Por otro lado, en el proyecto de la ópera del que te hablaba antes trabajo mano a mano con Carla Sampedro -quien también ha sido alumna de este centro-. Ella siempre ha tenido una relación muy estrecha con el mundo de la ópera y por eso creo que es la persona idónea para realizar el libreto. Su texto es muy profundo y el argumento está muy bien conducido.



(Entrevista realizada el 20 de Enero de 2017)